La llave de tu inglés: Mi historia detrás de Unlock.

Mis inicios

Cuando era chica, mi madre me dió una de las lecciones más importantes de mi vida, aunque ninguna de las dos lo supo en ese momento. Me dijo que eligiera una actividad extraescolar, la que yo quisiera, dándome total libertad para buscar y decidir. Mis primeras elecciones no pasaban de ser un pasatiempo, y la chispa se apagaba con el paso de unos meses. No sé cuántas actividades probé hasta que un día, al salir de la escuela, me paré frente a un instituto de inglés.

No me pregunten de dónde saqué la confianza, pero entré y me encontré hablando de precios, niveles y libros con la mismísima directora. Con un folleto en la mano, volví a casa y anuncié mi decisión: «Mamá, papá, quiero estudiar inglés». A pesar de ser la opción más costosa hasta la fecha, mis padres me apoyaron.

Y así empezó todo. Me uní a mitad de año, con un grupo ya formado y una unidad empezada, pero con una motivación que no me entraba en el pecho. Y, simplemente, me enamoré. Ir a clase era emocionante, mi grupo era increíble y mi primera profesora, Rocío, me enseñó que la amabilidad y la humanidad son las herramientas más poderosas de un docente.Los años pasaron. Yo seguía firme, disfrutando cada clase. Recuerdo mirar el canal Sony en inglés mientras mi madre se quejaba entre risas de que no entendía nada. Qué valientes fueron al permitirme explorar un mundo que nadie más en casa comprendía.

La encrucijada: ¿Pizarrón o documentos?

Llegó el momento de elegir una carrera. Los sueños de ser arqueóloga o bióloga marina quedaron atrás y me enfrenté a una decisión real: ¿Traductorado o Profesorado?
Fiel a mi estilo, no me bastó con leer los planes de estudio. Decidí participar como oyente en las clases de ambas carreras. Y ahí lo sentí. Las materias del profesorado conectaban conmigo de una forma que las otras no podían.

Así, a mis 18 años, empecé el profesorado y mi primer trabajo como cajera en un supermercado. Fueron cuatro años intensos, de estudiar sin descanso y de un descubrimiento increíble: los padres de los niños del barrio venían al supermercado a pedirme que les diera clases de apoyo a sus hijos. Daba clases a domicilio, les llevaba galletitas y merendábamos juntos mientras aprendían.

El inglés fuera del libro de texto

En la facultad conocí a Luz. Nos sentamos juntas un día y el resto es historia. Éramos (y somos) nerds. Nos encanta estudiar, discutir sobre bibliografía y ayudarnos a ser mejores. Trabajamos a la par, ya que compartimos un mismo sentido de responsabilidad y deseos por cumplir con nuestros deberes académicos de la mejor manera posible. Nos acompañamos parcial a parcial, final a final, logrando dejar una huella en la institución que nos formó y que hoy en día utiliza nuestro trabajo como ejemplos a imitar. Nuestros docentes nos mencionan, nos recuerdan, nos recomiendan y eso nos llena de orgullo y cariño hacia quienes nos educaron tanto. 

Luz fue quien me animó a dar mi primer gran paso: gracias a su recomendación, empecé a enseñar a un grupo de «adultos» de 18 años que habían quedado fuera del sistema escolar. Con miedo, pero con muchas ganas, logré conectar con ellos y pudieron aprender.
Cuando ese curso terminó, me ofrecieron un nuevo reto: dar clases a alumnos que tendrían mi edad, o incluso más. Acepté. Así, me encontré enseñando inglés en carreras como Administración, Marketing, Radiología, Análisis de Sistemas e incluso Escenas del Crimen.

Fue ahí donde todo hizo clic. Me di cuenta de que odiaba la frase «Pepe goes to the park». ¿Por qué hablar de eso cuando podíamos hablar de anatomía humana en radiología, o de estrategias de mercado en marketing? De a poco, empecé a adaptar cada clase al mundo real de mis alumnos, y ellos lo valoraban. El inglés dejaba de ser una materia para convertirse en una herramienta real para sus futuras profesiones.

La pandemia, un empujón inesperado

Luz y yo recibimos nuestros diplomas. Y entonces, un buen tiempo después, el mundo se detuvo. La pandemia nos obligó a reinventarnos. 

No podía ser tiempo perdido, por lo que Luz y yo decidimos continuar con nuestra formación. Luego de investigar mis opciones meticulosamente, descubrí que lo mejor para mis metas era un Cambridge CELTA (Certificate in English Language Teaching to Adults). Entregué mi formulario de inscripción, incluí referencias de distinta índole, pasé una entrevista y logré ser una de los 12 candidatos para el curso. La vida me obligó a retrasar mi misión momentaneamente y pude iniciar el curso un tiempo después. Fue un trabajo muy duro, pero luego de mucho análisis linguistico, cuatro ensayos académicos, horas de observación y de práctica y mucho más, recibí mi certificado.

Transformé mis clases presenciales en encuentros virtuales dinámicos. Creaba documentos compartidos, investigaba herramientas interactivas… y el boca en boca hizo su magia. Las recomendaciones me trajeron más y más alumnos. El tiempo de viaje desapareció y mi agenda se llenó. Así, le recomendé a Luz que tomara alumnos online y el equipo empezó a tomar forma sin que nos diéramos cuenta.
Un día, un alumno me dijo: «Las recomendé, pero me dijeron que eran ‘solo Caro y Luz’ y que no tenían presencia online». Tenía razón. El increíble trabajo que hacíamos quedaba escondido en los logros de nuestros alumnos.
—¿Y si le ponemos un nombre a esto que hacemos? —¿Por dónde empezamos?
Con la ayuda de un experto en branding y marketing estratégico, logramos definir nuestra misión, nuestra visión y nuestros valores. Descubrimos que, sin haberlo hablado, compartíamos exactamente la misma filosofía.

Gracias a la ayuda profesional que recibimos, construimos la identidad de Unlock: nuestros colores, fuentes, logo, conceptos, e ideas. Soñamos, plasmamos objetivos a corto y largo plazo y después de un arduo trabajo, nuestro proyecto empezó a cobrar vida y se convirtió en algo sumamente prometedor: una propuesta valiosa para profesionales con necesidades específicas y objetivos claros que buscan derribar al inglés como una barrera y adoptarla como una herramienta de crecimiento y expansión de la manera más efectiva posible.

Unlock: Donde tu potencial se libera

Informamos a nuestros alumnos que ahora éramos Unlock. Lanzamos nuestros primeros videos y la respuesta fue abrumadora. Empezaron a llegar mensajes de todas partes del país y nuestras recomendaciones alcanzaron a personas en otros países… y cada vez fueron más.

Hoy, nuestros alumnos son profesionales: contadores, psicólogos, community managers, agentes inmobiliarios, desarrolladores de software, enfermeras, e incluso otras profesoras de inglés. Todos tienen algo en común: un objetivo claro y la determinación para alcanzarlo. Su sed de conseguir esas metas se convierte en la nuestra: nos enfocamos obsesivamente en lo que necesitan, siendo lo más específicas posible.

Nuestros alumnos no solo aprenden, sino que vuelven para contarnos sus logros. De repente, Luz me llama emocionada porque su alumna aprobó un final en inglés. De repente, mi alumno me escribe para decirme que consiguió el trabajo después de pasar la entrevista en inglés. De repente, te tomas un café con esa alumna y charlan en inglés como si nada.

Esos momentos son el corazón de todo. Con el tiempo, comprendí que nuestro rol trasciende el de una simple profesora. No enseñamos inglés; ayudamos a las personas a derribar muros. Un obstáculo lingüístico nunca es solo eso: es una oportunidad profesional perdida, es la timidez de no poder hablar en un viaje soñado, es la frustración de no conectar con colegas o clientes, es una barrera que te hace sentir más pequeño en un mundo cada vez más grande. Nuestra verdadera vocación, y el motor de Unlock, es ser las personas que te acompañan a encontrar tu propia confianza. Por eso las clases no son solo un espacio de aprendizaje, sino un lugar seguro donde disfrutan del proceso, se ríen de sus errores y, casi sin darse cuenta, ven cómo sus vidas enteras se expanden.
Hace poco, una de mis estudiantes me dijo: «Do you remember when I couldn’t speak English?» (¿Te acuerdas de cuando no podía hablar en inglés?).

Yo sonreí y le contesté lo que creo con todo mi corazón, y la razón por la que existe Unlock:

«You always could.» (Siempre pudiste).

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"One language sets you in a corridor for life. Two languages open every door along the way."
("Un idioma te coloca en un camino de por vida. Dos idiomas abren cada puerta a lo largo del camino.")

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